LA SEXUALIDAD HUMANA
La sexualidad de una persona va más allá de su genitalidad y las conductas eróticas. La identidad de género, el conocimiento del cuerpo propio y ajeno, la orientación y el rol sexual y las fantasías y deseos son algunos de los aspectos que hay que tener en cuenta para abordar el desarrollo sexual de una persona y que sea satisfactoria para ella y para las personas que la acompañan.
"Ni todas las relaciones sexuales (eróticas) son coitales, ni toda la sexualidad se reduce a las relaciones eróticas".
REFLEXIONES SOBRE LA SEXUALIDAD DE LAS PERSONAS CON DIVERSIDAD FUNCIONAL, INTELECTUAL O MENTAL
"Todas las personas necesitan recibir educación sexual y que se faciliten las condiciones que les permitan la vivencia satisfactoria de su sexualidad. Las personas con discapacidad también, con independencia de cuales sean sus limitaciones y necesidades de apoyo“.
– C. de la Cruz
N. Rubio
La sexualidad forma parte intrínseca de la persona. Es una dimensión más que, como otras, conforma un vehículo de dimensiones afectivas y psicológicas, una forma de estar en el mundo y de relacionarse con los otros. Todos somos seres sexuados y no podemos no serlo.
Sin embargo, durante demasiado tiempo no se ha reconocido la sexualidad de la persona con discapacidad y siempre se ha intentando ocultar, bien por desconocimiento, bien por las creencias asociadas a la práctica sexual. La erótica de estas personas se ha reprimido por una ausencia de educación sexual, una deficiente socialización sexual y de un restringido acceso a un universo íntimo propio.
No se habla de lo que no se pregunta, pero tampoco se pregunta de lo que no se habla, lo que ha llevado a que las personas con discapacidad, en especial las que tienen diversidad intelectual, tengan poca o escasa información sobre sexualidad o, lo que es peor, información inadecuada o no adaptada. Además, el hecho de que con algunas personas con discapacidad intelectual sea difícil la comunicación y el diálogo por sus limitaciones en el funcionamiento cognitivo, no debiera significar que ese “hablar de” sexualidad, y con ello su abordaje, fuera imposible en todos los casos. Es más, con la persona con grandes necesidades de apoyo también es posible hacer educación sexual.
El silencio prolongado acaba provocando que, respecto a lo sexual, las personas con discapacidad vivan situaciones de desventaja y de mayor vulnerabilidad que el resto de las personas pues, generalmente, a esta falta de información hay que sumarle, en muchas ocasiones, las limitaciones en su desarrollo personal (a veces por sobreprotección), carencias para un adecuado desarrollo social, dificultades en el desarrollo afectivo (ausencia de vínculos de apego y personas significativas o referentes en sus vidas) y falta de pautas que permitan expresar la sexualidad de manera adecuada, gestionar afectos, emociones y sentimientos, así como socializarse de manera normalizada en el resto de áreas y ámbitos de sus vidas.
A todo ello hay que añadir que en la sociedad actual predomina un concepto muy uniforme de la sexualidad que se basa principalmente en los instintos y los genitales. Esta concepción coito-céntrica está íntimamente vinculada con la visión homogénea comúnmente aceptada de lo denominado “normal” en relación a la figura del hombre y de la mujer. Lo normal es lo deseado y todo aquello que queda fuera de los límites de ese estereotipo queda desacreditado o relegado a un segundo plano. De este modo, por regla general, la sociedad termina por anular la sexualidad de los cuerpos, mentes y sentidos periféricos, reforzandando la invisibilización, marginación y exclusión de estas personas.
LA SEXUALIDAD EN DISCAPACIDAD
No hay particularidades eróticas en las personas con discapacidad, pero sí hay matices diferenciales y mitos que condicionan su realización erótica:
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Dificultades de aprendizaje
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Deficiente socialización sexual
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Acceso restringido a un universo íntimo propio
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Poco conocimiento de la sexualidad
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Sobreprotección
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Ausencia de entornos normalizados
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Déficit de habilidades sociales.
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Desconsideración hacia su desnudo y su pudor
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Menor grado de autonomía
Por otra parte, existen una serie de mitos y creencias sobre la sexualidad de las personas con discapacidad que condicionan su desarrollo:
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La sexualidad de las personas con discapacidad es cuanto menos”especial”
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No tienen sexualidad o necesidad de expresión sexual, son asexuadas y/o no les interesa.
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Sus dificultades les impiden tener relaciones sexuales “normales”.
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No tienen atractivo y no pueden producir placer.
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No pueden tener pareja.
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Tienen una sexualidad incontrolable, “perversa”, impulsiva, promiscua y por ello, llena de peligros.
EDUCACIÓN SEXUAL ADAPTADA
El objetivo básico de la educación sexual debe ser lograr la identificación e identidad sexual de la persona y capacitarle para que cree sus propios valores y actitudes que le permitan realizarse y vivir su sexualidad de manera positiva y responsable dentro de su cultura, su época y su sociedad. En las personas con diversidad funcional, intelectual o mental, los objetivos en educación sexual no varían, pero deben recibir información adaptada a sus capacidades de comprensión:
– Capacitarlas para mejorar su confianza y autoestima
– Facilitar su identidad sexual
– Promocionar la salud sexual
– Favorecer su integración social
– Conocimiento de su cuerpo y los otros cuerpos
– Respeto hacia sí mismo y hacia las otras personas
– Responsabilidad respecto a las propias conductas
– Gestión del deseo y placer erótico
– Amor y pareja
LA SEXUALIDAD EN DIVERSIDAD FUNCIONAL, INTELECTUAL O MENTAL (DISCAPACIDAD):
CUESTIÓN DE DERECHOS